martes, 28 de diciembre de 2010

Otto Raúl González (1921)

encontré dos textos que deben ser publicados aquí, el primero ya lo conocía, el segundo me pareció mejor, pero anexo ambos.
 
Muerte de un rimador

Agapito Pito era un rimador nato y recalcitrante. Un buen día, viajó a un extraño país donde toda rima, aunque fuese asonante, era castigada con la pena de muerte.

Pito empezó a rimar a diestra y siniestra sin darse cuenta del peligro que corría su vida. Veinticuatro horas después fue encarcelado y condenado a la pena máxima.

Considerando su condición de extranjero, las altas autoridades dictaminaros que podría salvar el pellejo sólo si pedía perdón públicamente ante el ídolo antirrimático que se alzaba en la plaza central de la ciudad.

El día señalado, el empedernido rimador fue conducido a la plaza y, ante la expectación de la multitud, el juez del supremo tribunal le preguntó:

¿Pides perdón al ídolo?

¡Pídolo!

Agapito Pito fue linchado ipso facto.

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La bacanal

Así verse de cerca

sed, sed, nalga,

a sima cala

oirá más o menos

sé dual y solitario

agotarás divisa.

Etna ni coraza cala

a rayos o luces

sale pelón

a canapés Selene

atónita y el latín.

Leo, cito, Renato Leduc,

acúdelo, tan erótico él.

Ni tal ley a ti nota

en él es, sepan acá

no le pelas, sé culo, soy ara:

a la caza. Rocinante,

sonemos a Mario

a la camisa

a glandes des.

Acre cedes, revisa

lana cabal.


(ahora leanlo al revés de abajo hacia arriva)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, amigo Marco, ¿cómo estás? Rifan tus juegos poéticos, bro. Deberías mandarnos algo para el siguiente número. Pásala chido, entre aceras y mujeres. Un abrazo.

vania dijo...

oras!