martes, 29 de septiembre de 2009

La hueva

En días como estos llega la hueva y se me trepa, sube lenta hasta mi espalda y me embarra su sedante baba, me lame el cuello, es pesada, me controla.

Hoy está lloviendo allá afuera, estaba tan inmóvil que se me subió, pude haber escrito dos novelas, pero ahora me ahorro las palabras, me ahorro el esfuerzo, el miedo de arrojarme a abismos, prefiero un pinche cuentito.

Con los párpados a la mitad, casi cerrados, casi abiertos, la hueva hace que todo pase más lento, podría esperar ansioso los segundos que faltan para que la manecilla complete su constante vuelta, puedo contar las gotas que se embarran en la ventana y se resbalan, y me hacen recordar la baba pegajosa que cargo. No solo el tiempo parece eterno, el espacio se hace infinito, todo se ve tan lejano, tan inalcanzable. Todo parece innecesario.

La ausencia es su mayor huella, cuántos monumentos no se han alzados en su honor, cuántos descubrimientos han pasado de largo para honrarla. No me interesa pensar en este momento, si al vecino o a cualquier persona se le ha subido la hueva alguna vez, me parece obsoleto pensar en las condiciones que propician este mal.

Le gusta Observar, le gusta no pensar demasiado, me odio a mí mismo por dejar que estas cosas me pasen, pero prefiero dejar pasar el enojo, prefiero dejar pasar cualquier cosa. Siempre llega silenciosa, somnolienta, despreocupada.

Me da tanta hueva seguir escribiendo, mejor iré a la cama.

2 comentarios:

vania dijo...

creo que este es mi segundo favorito, te rifas.

marco villavicencio dijo...

gracias :)