lunes, 5 de octubre de 2009

poesía en prosa/cuento corto

A veces me disfrazo de mí mismo, me disfrazo de mí, me pongo una máscara idéntica a mi cara y uso manos que son como las mías, me pinto lunares que me recuerdan a mi primera piel, que por debajo de ésta se esconde; las cicatrices también están pintadas, pero quizás también estén pintadas las de verdad.
Y esta, mi segunda piel, que uso a veces, es buena, se lava a mano con agua tibia. Un día me la vi puesta y pensé que me hacía lucir bien.
Es que en días como estos, donde el azul del cielo se pega a mis ojos me alegro tanto que decido usarla, ayer me disfracé de algún demonio encabronado entre el tráfico, maldiciendo palabras de odio entre las sombras, maldiciendo ratos, fotografías, fantasmas.

A veces me disfrazo de mí y lo creo, hasta que intento arrancarme el disfraz y sólo brotan chorros rojos de felicidad, somnolencias y una brisa con un murmullo que me dice: “te lo dije”.


No hay comentarios: