Los primeros fueron dos. Hombre y mujer.
Todo era perfecto, pero al creador le pareció aburrido.
Así que les dio manos pero les prohibió tocarse uno al otro.
Les dio ojos y les prohibió verse uno al otro.
Les dio labios y les prohibió besarse uno al otro.
Les dio corazón y les prohibió amarse.
Les dio cerebro y les prohibió pensar.
De entre todas las prohibiciones había una cuyo castigo los haría felices.
Ella mordió la manzana, él la abrazó, el otro él los condenó.
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